El último tren
Aseguro que se puede vivir sin tomar decisiones. Yo vivo así y tengo más de cincuenta años. Podríamos discutir qué clase de vida es una vida sin decisiones pero no es el objetivo de esta entrada, no creo necesario defender mi vida, no hace falta, buena o mala es mi vida y soy quien debe sobrellevarla cada día. Sólo quiero dejar un testimonio. Sé que a nadie le servirá, pero también sé que habrá una persona que me leerá con atención, aunque con cierta tristeza. Me dirán con toda razón que todos tomamos decenas de pequeñas decisiones diariamente, pero no me refiero a esas decisiones obligatorias y casi intrascendentes, me refiero a las decisiones que no tienen vuelta atrás, a las decisiones que cambian la vida. Como todo lo demás, evitar las decisiones va dejando una impronta. A esta altura esa impronta es una marca de personalidad. También me dirán que no decidir es un tipo sutil de decisión, la decisión de no cambiar. Si nos ponemos estrictos tengo que estar de acuerdo, pero no creo qu